fbpx

Worker Justice

WJW Logo

(Español) Crushin’ It Apparel: Tone Madison

Los trabajadores de Crushin' It Apparel luchan por recuperar sus trabajos después de que el propietario de la empresa cerrara de forma abrupta el taller.

JT CESTKOWSKI // JULIO GARCIA

"Los trabajadores han sido maltratados y los trabajadores están hartos de esto. Y para eso están los sindicatos”.

Con un voto de seis a cero, los trabajadores de serigrafía de Crushin’ It Apparel en Voges Road en Madison decidieron formar un sindicato el mes pasado. Sin embargo, poco después de que los empleados comenzaran las elecciones para la sindicalización, el propietario, Jeremy Kruk, comenzó una serie de despidos que, en último término, alcanzarían a los organizadores, sus ocho serigrafistas y bordadores.El negocio permanecerá abierto, pero Kruk dijo que ahora contratará gran parte o la totalidad de sus pedidos por encargo a otros talleres.

El Consejo Nacional de Relaciones Laborales (NLRB) publicó el resultado de la votación sindical en su página web el 1 de noviembre. De los 11 empleados elegibles para participar en la elección, siete emitieron su voto. Uno fue nulo y los otros seis dieron su apoyo para sindicalizarse con el Sindicato Internacional de Pintores y Oficios Afines (IUPAT) Distrito 7 Sección local 802. Pero ahora, en el último giro de una batalla interminable al respecto de las condiciones de trabajo en Crushin’ It, los trabajadores sindicalizados están tratando de recuperar su trabajo.
IUPAT dirigirá las negociaciones para los trabajadores como sus nuevos representantes sindicales. El representante comercial de IUPAT, Adam Gifford, dice que los despidos no cambiaron nada sobre el futuro inmediato de los trabajadores. IUPAT buscará la consecución de un contrato, aunque el calendario exacto permanece en el aire.

El primer paso para asegurar un acuerdo será lograr que los trabajadores despedidos sean readmitidos. El sindicato ha presentado denuncias de prácticas laborales injustas ante el Consejo Nacional de Relaciones Laborales en contra de Crushin’ It, argumentando esencialmente que Kruk cerró la producción como represalia contra los trabajadores. Kruk, mientras tanto, afirma que sigue adelante con los planes de vender la maquinaria de la compañía.

“Debido a las dificultades financieras del negocio, hemos cerrado esas divisiones y ya no las produciremos. Vendimos o estamos en proceso de vender todo el equipamiento,” dijo Kruk al Capital Times en una noticia del 1 de noviembre. “Esta puerta de mi vida ahora está cerrada.”

Recuperar empleos perdidos

Kruk le comenta a Tone Madison que la decisión de despedir al personal no estaba relacionada con el voto para unirse a un sindicato, sino que, en cambio, se basaba en su deseo de vender el equipo que operaban. Si bien reconoce que puso las máquinas a la venta públicamente después de que los trabajadores comenzaran a organizarse en agosto, dice que, de forma privada, había intentado encontrar compradores ya en junio.
Gifford barajó hipótesis sobre cuál podría ser el siguiente paso del sindicato si Kruk se mantuviera firme en su postura y continuara con la venta del equipo, pero sí que reafirma el compromiso de IUPAT de hacer que los empleados de Crushin’ It vuelvan a trabajar. Kruk lamentó lo que percibió como un esfuerzo concertado por destruir su medio de vida. “Los sindicatos son profesionales en la destrucción de empresas” afirma.

“Eso no es, de ninguna forma, cierto,” dice Gifford. “[El personal de Crushin’ It Apparel] quería un sindicato”. Gifford enfatiza que los trabajadores fueron quienes lideraron todos los esfuerzos de organización durante las elecciones.

R-E-S-P-E-T-O

El propietario de Crushin’ It hizo varias otras declaraciones contradictorias durante su entrevista con Tone Madison, centrándose en las afirmaciones que sus trabajadores habían hecho en su contra.

Kruk dice que en el lugar de trabajo había tres baños “funcionales” y se queja de que la carta de solicitud inicial del comité organizador describía incorrectamente que un baño estaba en el segundo piso de las empresa. Aunque de lo que se quejaban los trabajadores era de la limpieza de los baños, no de su ubicación específica dentro del lugar de trabajo.

Kruk indica que un representante de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) midió la temperatura de la planta y que “pasó” (estaba dentro de los límites), pero no especificó qué tanto calor hacía en el taller o si estaba por encima de los 80 grados de máximo que solicitaban los trabajadores.

Describe a los manifestantes que se reunieron para solidarizarse con su personal como una “turba” intimidatoria. Sin embargo, también enfatiza que proporcionó agua a las varias docenas de personas presentes.

Durante nuestra entrevista, Kruk también hizo una serie de declaraciones contradictorias sobre el salario. Trató de resaltar la generosidad del sueldo de sus empleados al señalar que uno de sus trabajadores mejor pagados ganaba $22 por hora antes de los despidos. Más adelante en la entrevista, mientras justificaba su necesidad de eliminar personal, dijo que, debido al estado actual del mercado laboral, un trabajador de alcantarillado industrial cualificado podría esperar ganar entre $25 y $30 por hora. Un anuncio de trabajo de Crushin’ It publicado en abril ofrecía un salario de entre $16 y $19 por hora.

Kruk se preguntó repetidamente en voz alta durante la entrevista por qué sus empleados podrían sentirse insatisfechos cuando tenían acceso a refrescos y refrigerios gratuitos en el refrigerador de una empresa. Kruk dice que sintió que los organizadores de trabajadores se centraron en los empleados que definió como “fácilmente influenciables,” llamándolo “una vergüenza.” Gifford rechaza estas afirmaciones, diciendo que Kruk había incitado a su propio personal en su contra antes y durante el proceso de organizarse. “No se les respetó,” afirma Gifford.

En sus comentarios a Tone Madison, Kruk habló repetidamente sobre su necesidad de poder mantener a sus dos hijos. Gifford simpatiza con el sentimiento, pero señala que la mayoría del personal despedido también tiene hijos y familias a las que sustentar. “No debería ser a expensas de otras personas,” dice Gifford.

También estaba el tema de la paga. Christl dice que en los breves meses en los que él y otros miembros del personal de Justicia Obrera Wisconsin han ayudado a los empleados de Crushin’ It, varios de los trabajadores habían tenido problemas para poder cambiar sus cheques de pago. Christl definió el asunto como “un problema generalizado.” Los empleados también describieron haber trabajado en un ambiente con un calor insoportable. La administración les había exigido que trabajaran durante olas de calor sin ningún tipo de aire acondicionado o formas de control de la temperatura. El personal recurrió a la compra de sus propios aparatos de aire acondicionado portátiles para hacer el trabajo más llevadero. Nadie limpiaba los baños, le dijeron a Christl, lo que hacía que las instalaciones no se pudieran usar por estar en un estado repugnante.

Los trabajadores también sintieron que la gerencia no hizo un trabajo adecuado al distribuir los nuevos pedidos de trabajo, lo que daba como resultado momentos con poco que hacer a principios de la semana seguidos de una montaña de pedidos en los días siguientes.
Kruk sigue teniendo derecho a vender el equipo, aunque la NLRB podría dictaminar que despidió indebidamente a sus operarios y exigirle que los vuelva a contratar. Si las finanzas del negocio realmente empeoraron o no, solo él lo sabe.

“Antes no era una cuestión de beneficios,”, dice Kruk, lo que implica que el proceso de sindicalización de alguna manera transformó su empresa con fines de lucro en un negocio para maximizar las ganacias. Sin embargo, durante nuestra entrevista, se retractó de esa afirmación al enfatizar repetidamente que necesitaba la compañía para mantener a su familia. Kruk también afirma que el negocio les proporcionaba a él y a su esposa un total de $30 000 por año, salarios cercanos al nivel de pobreza para una familia de cuatro miembros.

Si a Kruk realmente no le importaban los beneficios, hay que preguntarse por qué habría querido vender el equipo de serigrafía y bordado. No abordó esta contradicción en nuestra entrevista.

“Harto de esto”

La exitosa campaña de sindicalización en Crushin’ It es solo la última de una oleada de campañas sindicales que se han afianzado tanto en el área de Madison como en todo el país.
Durante el año pasado en el área de Madison, los trabajadores de cafeterías de Colectivo y del Starbucks de la plaza del capitolio y los controladores de calidad de Raven Software han conseguido el derecho a negociar colectivamente con sus empleadores.

Los trabajadores de todo el país han liderado recientemente una corriente de sindicalización que no se había visto en décadas. En Wisconsin, los niveles de afiliación sindical entre la fuerza laboral han caído en picado desde 2011, cuando el entonces gobernador, Scott Walker, y los republicanos en la Legislatura aprobaron la Ley 10, que prohibía sindicalizarse a ciertos empleados públicos.

A continuación, se aprobó una legislación que convirtió a Wisconsin en un estado de los llamados de “right-to-work,” sin sindicalización obligatoria, lo que significa que los trabajadores pueden trabajar en un taller sindicalizado sin abonar cuotas sindicales.

Aún está por verse si casos como Crushin’ It representan un cambio de actitud o de modelo, pero Gifford dice que es hora de desafiar las tendencias de las últimas décadas en el mercado laboral, que han favorecido a los empleadores.


“Los trabajadores han sido maltratados y los trabajadores están hartos de esto,” dice Gifford. “Y para eso están los sindicatos”.